Sumisión y Autoestima

Para jugar a la sumisión hacen falta dos partes, la que la exige y la que la concede. Exigir sumisión total implica hacer evidente una posición de poder formal de forma insana. Y es que hay personas que no pueden vivir sin percibir la veneración y el sometimiento de los demás, que no pueden vivir sin percibir el absoluto poder que ejercen sobre la vida de otros; en definitiva, hay personas cuya existencia se centra en someter. Es el triste reflejo de una baja autoestima, que en el extremo confunde valor personal con cargo. Una persona que necesita que los demás se arrastre a sus pies, y que es capaz de jugar con sus miedos, es simplemente malvada.

Pero como decíamos al principio, para que la sumisión se produzca tienen que existir personas que acepten ser dominadas. Y lo cierto es que hay muchos individuos predispuestos al sometimiento, personas que necesitan que otros les digan constantemente lo que tienen que hacer. Lo que para muchos no es plato de buen gusto, para otros es una forma de vida que se puede resumir en una simple frase: “Como usted diga Don Pedro”. Lo curioso es que al igual que el dominador, el dominado suele tener serios problemas de autoestima.

¿Qué consecuencias tiene la sumisión total en el mundo de la empresa? La nula proactividad de la persona sometida, que normalmente se vuelve reactiva (al estar siempre esperando órdenes) y, sin duda, la muerte del talento: ¿Es posible que la persona sometida sea capaz de desarrollar el más mínimo talento? Va a ser que no…

La sumisión total es, en definitiva, uno de los grandes fracasos de la inteligencia en la empresa y en la vida…

Tú eliges entrar o no en el juego…

14 comentarios en “Sumisión y Autoestima

  1. Suscribo todo lo que dices, y aún así me sigue sorprendiendo que haya quien elija conscientemente la sumisión como filosofía de vida (no sólo en el trabajo).
    Creo que para el sumiso la búsqueda de la aprobación de su jefe está destinada al fracaso o, en el mejor de los casos, al logro de un equilibrio precario ya que suelen instalarse en relaciones de subordinación «asimétricas» y «parasitarias».
    Pero por aquello de aportar un punto de vista que añada algo nuevo a lo que dices, antes de decidirme a poner aquí un comentario busqué en google la palabra «sumisión». Encontré cosas como esta (no sé que pensar al respecto):

    – La sumisión a un hombre débil es disciplina. La sumisión a un hombre fuerte es sólo servilismo. (Gilbert Keith Chesterton 1874-1936 Escritor británico).

    Aunque mi favorita es esta:
    – La educación de la mujer no puede llamarse tal educación, sino doma, pues se propone por fin la obediencia, la pasividad y la sumisión. (Emilia Pardo Bazán).

    Y es mi favorita porque me da en qué pensar: Como hombre casado, ¿cuantos de nosotros estamos dispuestos a compartir al 50% las tareas de la casa sacando a muchas mujeres de esa sumisión heredada? ¿hay algún parecido con el tema que se trata aquí? ¿o es que sólo nos gusta hablar del tema desde un punto de vista laboral y esquivamos el fondo de esa misma cuestión cuando, llegados a este punto, el asunto nos incomoda?

    Perdón. A lo mejor me he ido del tema (o a lo mejor no…)

    • Hola Javier, elegir la sumisión puede parecer raro, pero la vida nos dice que es así.

      Muy interesante la reflexión de Chesterton. Por cierto, utiliza la palabra «hombre»…

      Alucinante la frase de Emilia Pardo Bazán. Aunque también es verdad que es de hace años…

      En cuanto a la reflexión que haces respecto a las parejas, es cierta. Cuando hago el 40% de las tareas de la casa, me parece que lo estoy haciendo todo. Posiblemente el problema es que nuestras madres no nos educaron bien en este sentido. Hemos tenido que aprender (y desaprender) muchas cosas. Quizás a los hombres nos falte sensibilidad, pero ellas cada vez lo tienen más claro…

      Recuerdo un caso personal curioso. Hace unos años pasé un día en Alicante haciendo el plan estratégico de una empresa de la zona. Salí de Madrid a primera hora de la mañana (sin las aceras puestas) Y llegué a casa pasadas las 22:30 horas (después del vuelo…). Me quedé alucinado, cuando me encontré a mí mujer cruzada de brazos en la cocina, esperando a que hiciera la cena (ese día me tocaba cocinar). Después de eso, decidimos que podíamos hacer excepciones en momentos puntuales, y que quizás no hacía falta programarlo todo de forma tan radical…

  2. Quizá sea muy simple la solución: Fomentar el diálogo abierto desde bien pequeñitos en nuestros hijos, podría evitar actitudes de sumisión en bastantes ocasiones.
    Me gustaría compartir una experiencia reciente, se trata de la hermana de una buena amiga.
    Chica joven, expediente brillante con la cabecita muy bien amueblada. Trabaja en empresa “líder” dependiendo de una directiva que su mayor habilidad es vampirizar todo el talento de la chica y venderlo como propio. La tiene sometida debajo del tacón… eso sí, siempre le da palmaditas con sonrisas. Vaya, nada nuevo bajo el sol.
    La chica se quema, aunque le gusta mucho su trabajo, está cada día más desmotivada. Siente una decepción enorme, hasta se plantea cambiar de profesión.
    Hablamos, le pregunté si había pensado en mantener un diálogo abierto con su “jefa” para exponerle cómo se sentía. Su respuesta: soy incapaz de hacer algo así.
    No puedo evitar asociar este hecho con los padres que ejercen de “defensores” porque ven a sus hijos incapaces. Menos charlas y más herramientas, por favor. Cuando nuestros hijos nos cuentan que no están de acuerdo con la calificación que un profesor les ha puesto en un examen o trabajo, deberíamos fomentar en ellos la práctica del diálogo abierto. Si no estás conforme, prepara tu razonamiento y habla con tu profesor. Siempre fortalece el desarrollo de los chavales: vencen un miedo natural, aprenden a defender sus planteamientos de forma calmada, escuchar a la otra parte con verdadero interés… El tema da para mucho, además me apasiona. :)
    Por cierto, la chica está la mar de contenta como profesora en la universidad. Lo que ya no sabría decir es el color de la pastilla que eligió, ¿roja o azul?. ;)

    • Hola Carmen, buena reflexión. Hay que encarar la vida y enfrentarse a los problemas abiertamente. Quizás el tema, como apuntas, es la sobreprotección y la incapacidad para el diálogo. Creo que estamos en un mundo demasiado jerárquico (profesor, jefe…) en el que no se permite en muchas ocasiones el diálogo abierto.

      Hace unos días, me mandó un e-mail un antiguo alumno (año 2003) agradeciéndome que le hubiera escuchado en una revisión de examen. De hecho, no sólo le escuché, me volví a leer su examen, y como tenía razón, al final aprobó. Parece ser que este hecho le cambió la vida (no le parecía que algo así fuera posible).

  3. Trabajar con la persona dominada e intentar rescatarla yo creo que habría que partir de la premisa tiempo, que no haya estado mucho tiempo sometida al yugo del «amo» y por tanto no tenga capacidad de reacción y sobre todo la capacidad de asombro frente a un espejo. Sin conseguimos que el dominado se asombre de verse a si mismo sin sentirse atacado o vulnerado y sobre todo si le garantizamos el mas absoluto de los secretos de su «traición» podríamos remover algo en su status interno adquirido.¿No creeis?

    • Hola José Manuel, lo que planteas es que es más fácil realizar un cambio de observador si no has estado bajo el «yugo» mucho tiempo.

      Creo que cualquiera, en cualquier momento, puede realizar ese cambio de observador que le permita la «liberación». Aunque posiblemente cuanto más tiempo hayas estado dominado, más ayuda y disonancias necesites para iniciar el proceso…

      • Hola Juan, no acabo de comprenderte del todo, en lo que respecta al observador, si te refieres al estudioso externo del problema o bien «AL OJO QUE TODO LO VE Y QUE ME PUEDE CASTIGAR» o sea el dominante. Respecto al tema de las disonancias creo que lo enfocas desde el punto de vista de crear inquietud y provocar rupturas de pensamientos preestablecidos.
        (Es que musicalmente se me ocurre un ejemplo bastande adecuado)

      • Hola José Manuel, un cambio de observador se produce cuando una persona es capaz de ver y analizar su situación desde nuevas coordenadas mentales, revisando y cambiando sus creencias limitantes. Es el primer paso para generar procesos de cambio en un individuo.

        Un buen coach intenta generar cambios de observador en la persona a la que le hace un coaching. Es como si esa persona de repente despertara y viera las cosas desde un nuevo punto de vista que, en muchas ocasiones, nunca había imaginado.

  4. Hola Juan:

    No se muy bien si es nuestro cerebro el que está estructurado para ejecutar procesos de obediencia debida, o es un determinado entorno el que nos acomoda para ello. Lo cierto es que los experimentos que se han llevado a cabo hasta ahora, en este sentido, muestran la mayoritaria tendencia humana a seguir los dictados de la autoridad reconocida, aunque estos disten de nuestros valores y modos de proceder.

    Dicho en roman-paladino, si lo dice el jefe, ¿para que discutir?. Creo que, mayoritariamente, los hombres se sienten más cómodos alejados de la responsabilidad de una decisión mal tomada, y prefirieren evitar los conflictos amparándose en la «autoritas» jerárquica. A este respecto, el experimento de Stanley Milgram arroja mucha luz sobre los procesos de manipulación directa e inducida sobre la psique humana.

    Bueno, espero el post no haya quedado demasiado confuso.

    Fran Romero
    Fuerza y Valor

  5. Dominación, servilismo (parecen connotaciones del sexo maso….en fin, son los terminos que hay).
    Estas situaciones las veo cada día. Hay una situación generalizada de supervivencia. Sobre todo en tiempos de crisis y con trabajo escaso y precario.
    Estas situaciones de jefes «abusones» convierten a algunos empleados en meros esclavos de la voluntad del amo. Pienso que el empleado que anuncia Juan como…el que se siente bien siendo dominado, no existe, pero si existe es una malformación educativa mental provocada por el «no conozco nada más».
    Las personas con un mínimo de autoestima, intentan cambiar de jefe. dentro o fuera de la empresa.
    Conozco algún empleado con mentalidad de esclavo, que cuando hablas con él, y le explicas lo de su dignidad, se lo creen. Rectificando con el tiempo, y practicando su nuevo status social dentro de la relación jefe-empleado. Por supuesto que el jefe nota automáticamente el cambio de actitud. Y si es un jefe 2.0, agradece la nueva situación y acaba respentando al esclavo emancipado. El jefe 1.0 lo manda a la calle.

    Y entonces me pregunto. ¿Cuál es la actitud inteligente del empleado?. ¿Calibrar qué tipo de jefe tiene, y posicionarse en el rol que le perjudicará menos?. ¿Lanzarse a la lucha independentista, si quiere hacer valer su dignidad y autoestima?. ¿Actuar según el día….?.
    Lo más práctico es hacer de tortuga!!!

    Saludos.
    tip

  6. Muy buena reflexión Juan, y lo mismo digo de los comentarios.
    La cuestión es…..cuanto tiempo queda para que los líderes de nuestras compañías se den cuenta de esto? Nada que una fuerte crisis o un trauma puede solucionar.

    ¿Porqué no se dan cuenta? Por la misma razón por la cual no se pueden hacer cosquillas a sí mismos.

  7. En primer lugar, quería felicitarte Juan por tu blog. Me parece muy interesante y la única pega que le encuentro es que lo es hasta tal punto que nos falta tiempo para ponernos al día los que hace poco que lo seguimos.
    Sobre este asunto tal vez haya que comentar el tema de la posición de fuerza del superior y la amenaza, más o menos velada, que a veces utilizan de complicar o hacer perder el puesto de trabajo del empleado. Especialmente en estos tiempos de crisis, y con el despido recientemente abaratado, a veces a uno lo único que le apetece es agachar la cabeza y que pase el temporal. Aunque en el fondo esto no suele ser la solución, menos aún si el superior es del tipo cruel patológico que describes. A más sumisión, más se va a crecer. Pero es un factor a tener en cuenta.
    Recientemente tuve que sufrir a un superior así y junto a mi condición de autónomo, no fueron las condiciones idóneas. Me hizo mucho gracia leer tu libro «Culturas Innovadoras 2.0» que me dejó mi hermano justo después de que me anunciaran que «no iban a contar más con mis servicios». Había párrafos que estaban escritos como si conocieras a mi jefe y hubieras estado sufriéndole allí también.
    Aunque no es el tema del artículo, ayer me llamó una antigua compañera de trabajo para decirme que habían «echado» a mi jefe. Siendo funcionario esto no es posible, pero el gerente le había ofrecido un ascenso en otro departamento que le recomendó aceptar. Me ha llamado la atención que este sistema ya lo utilizaban los sumerios hace unos 5000 años: cuando un funcionario había extendido sus redes y formado su camarilla en un territorio (al más puro estilo caciquil), se le ascendía a un puesto superior destinándole a otra ciudad suficientemente alejada como para desmontar toda su red y el perjuicio al imperio que estaba creando. Es curioso. No sé si alguna vez te has planteado escribir algún artículo (disculpa si ya ha sido así) sobre «estrategias empresariales» en la antigüedad.

    Un saludo desde Mataró

  8. yo siento que tengo esas actitudes casi desde mi infancia puesto que provengo de un hogar muy disfuncional soy de los que siempre busco evitar confrontaciones me cuesta poner límites con miedo muy indeciso de mi mismo mi correo diazgerman506@gmail.com

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