Sobre Mercenarios y Mileuristas

En general, los mercenarios no tienen mayor motivación en el trabajo que el dinero y están dispuestos a cambiar de empresa en cualquier momento (por muy poco más). No tiene por qué haber maldad en sus planteamientos, simplemente no tienen cubiertas sus necesidades económicas y presentan un cierto deseo de mejorar sus ingresos. Evidentemente es más fácil ser mercenario cuando uno piensa que está mal pagado, y quizás por eso la mayoría son relativamente jóvenes, aunque los hay de todas las edades…

Es difícil no ser mercenario si se es mileurista. Este término inicialmente identificaba a trabajadores de alta formación, capacidad y experiencia, cuyos ingresos mensuales se encontraban en el torno de los 1.000 euros. Actualmente se utiliza de forma indiscriminada a la hora de referirse a cualquier persona que cobre sobre los 1.000 euros al mes. En cualquier caso, ¿cómo no ser mercenario en esta situación? Es difícil. El fenómeno del mileurismo se ha masificado en los últimos años (y más con la crisis), y tiene importantes implicaciones sociales: reducción de la autoestima, retraso del matrimonio, de la independencia económica, de la compra de una vivienda…

El mercenario “mileurista” tiene solución: “pagarle un sueldo digno”. Pero también existen los mercenarios vocacionales, profesionales de éxito y evidentemente bien pagados, que son incapaces de comprometerse con una organización, aunque ésta se comprometa con ellos. Normalmente este síndrome desaparece con el tiempo, pero a veces se convierte en patológico. En cualquier caso hay que tener en cuenta que la fidelidad ya no es algo que viene de serie en las personas. Las cosas cambian…

Como dicen Ridderstrale y Nordströn: “Muchos niños crecen ahora con dos padres, tres madres (de la que una vive en otra parte del mundo), dos medias hermanas y un hermano con el que no tienen realmente relación. Y después esperamos que trabajen para una empresa y un jefe durante el resto de sus vidas. La lealtad era algo que solía venir dado. Ahora se tiene que ganar, tanto en nuestras vidas privadas como en el mundo de los negocios”

21 comentarios en “Sobre Mercenarios y Mileuristas

  1. No entiendo la visión negativa que se tiene hoy en día del término mercenario, y desde luego no lo entiendo como una patología cuando es vocacional. Muchas vez se suele identificar al mercenario como un ser egoísta, interesado, cercano asocial, algo traidorcete y desde luego ajeno al compromiso. Entendamos una especie de “trepa” pero con una visión más universal.

    Otros piensan que el mercenario es el típico trabajador “político”, tomador de cafés, figurón en las reuniones, traspasador de marrones, zángano hasta la náusea, jugador de paddle con los jefes, con una alta rotación porque en cuanto le “calan” sabe que tiene que moverse. Eso no es un mercenario. Es un caradura, sin más.

    Y otros ven un mercenario en el trabajador inestable emocionalmente que necesita constantes cambios para motivarse, arrancando con fuerza en cada nuevo trabajo y perdiendo el interés al poco tiempo sin motivo aparente. Eso sí que debe ser una patología, pero no conozco el nombre…

    Puede ser que algunos mercenarios reúnan las citadas características, pero no tienen que ser los más comunes.

    Un “mercenario laboral” también puede ser en esencia un profesional inquieto, con ganas de progresar y también de ser retribuido acorde con su esfuerzo. Como los antiguos mercenarios que daban “soporte” a las legiones romanas (o directamente las integraban) y se jugaban la vida por una nación en la que no creían ni sentían a cambio de dinero, los “laborales” ponen sobre el tapete su dedicación y su profesionalidad. Allí donde van se esfuerzan y cumplen con creces las expectativas creadas en torno a ellos, pero si la empresa en la que trabajan no cubre sus expectativas de promoción y monetarias (unas suelen ir pegadas a las otras) se van y punto.

    Muchas veces a las empresas se les llena la boca pidiendo, exigiendo “compromiso” a sus trabajadores, y ese “compromiso” suele llevar aparejado un “aguanta lo que te echen que la cosa está muy mala” («y encima con cachondeos de amor al trabajo», que cantaba en los ochenta La Polla Records). Vamos, que el trabajador se tiene que dejar el alma sin más perspectiva que sobrevivir a los “EREs”. Y no, señores. Así, no.

    Esto es un “quid pro quo”. En el mundo de la empresa, la gran empresa normalmente, parece que hacen suya la frase de JFK: “No preguntes lo que puede hacer América (tu empresa) por ti, sino pregunta qué puedes hacer tú por América (tu empresa otra vez)”. Y yo creo que el trabajador mercenario lo que hace es medir el compromiso que tiene (o que puede tener) con él su empresa y actuar en consecuencia. Si la empresa puede prescindir de ti por motivos económicos cuando menos te los esperas (ejemplos sobran), ¿porqué no vas a hacer tú lo mismo cuando menos se lo esperan? Eso sí, en todos los sitios tienes que ser un profesional y dar lo mejor de ti a quien te paga. Sin emociones añadidas (esto es trabajo), pero sin que te puedan reprochar nada. Sencillamente creces más rápido de lo que esperan o están dispuestos a ver y los trajes que te ofrecen se te quedan pequeños. Si el mercado es exigente, sé tú parte del mercado. Be water, my friend… pero trabajando duro.

    • Hola cante, gracias por el comentario, es más largo que el post. Impresionante.

      Respecto a lo que comentas:

      En el mercado laboral en el que trabajamos, todos tenemos algo de mercenarios. Quizás el problema del mercenario vocacional es que no se comprometa jamás, aunque trabaje en una empresa maravillosa y comprometida con él (en la que obtiene dinero, reconocimiento, desarrollo del talento…).

      Me gusta lo que dices sobre el compromiso. Evidentemente no merece la pena comprometerse con cualquiera. Te dejo el enlace al post que escribí recientemente sobre el tema:

      https://juancarrion.wordpress.com/2009/12/17/el-sentido-del-compromiso/

      • Hola Juan, gracias por el link. Me siento totalmente identificado con tu postura.

        Te contaré como anécdota que hace no mucho un amigo cercano hizo una entrevista para un puesto que suponía para él una notable promoción. La entrevista fue muy bien, pero al final de la misma le preguntaron cual era el grado de compromiso que estaba dispuesto a asumir si era elegido para este puesto. Él les contó su plan. Lo tenía bien pensado. Desarrollo de innovadores proyectos, aplicación de técnicas de optimización de procesos y costes, orientación al cliente, ideas nuevas para hacer team-building… y para rematar les dijo que este puesto era su gran oportunidad y que pondría todos sus sentidos en no defraudarles. Todo iba bien, parecían impresionados y el tono era más que cordial, pero al final de la entrevista sugió el habitual remate: «¿alguna pregunta?» Y mi amigo les dijo que, una vez expuesto su compromiso quería saber el compromiso que iba a tener con él la empresa en general y la dirección a la que pertenecía el puesto en particular. ¿Compromiso?, le preguntaron sorprendidos. «Eso es cosa tuya. Eres tú quien deberías demostrarnos que estás a la altura de la responsabilidad que se deposita en ti.» El tono había dejado de ser cordial hacía unos segundos.

        Por supuesto no le seleccionaron.

        Y en ese entorno nos movemos.

        Saludos.

  2. Te va a parecer algo tonto, pero todo esto lo comparo con el Japón del s. XVII.

    Durante la paz del shogun (una época de cierto inmobilismo; sí, sin guerra, pero tampoco sin progreso) mucho samurái (gente formada) se quedó sin trabajo y se hizo ronin, guerrero sin señor dispuesto a trabajar por unas monedas (quizá mileurista).

    Algunos ronin se convertían en mercenarios, otros en bandidos y otros tantos se dedicaban a mejorar su formación. Así pues se llegó a crear casi una clase social muy bien preparada, pero prácticamente mísera.

    Sé que lo dicho no resuelve nada ni ofrece un punto de vista sobre el problema que merezca la pena. Pero me parece curioso el paralelismo.

  3. Hola Juan, soy Borja del MBA del IEN,
    Muy interesante tu artículo y me voy a animar a escribir:
    Estoy de acuerdo a que la solución a los mileuristas pasa por pagarles lo que realmente vale su trabajo, el problema es que la necesidad puede en la mayoria de los casos a la dignidad de las personas, y si te hacen falta los 1000 euros y no encuentras otra cosa trabajaras, a disgusto pero lo haras (hablo con el mayor de los conocimientos de causa, yo he sido mileurista). Otra opción es negarte a trabajar si no te ofrecen un sueldo acorde con tus capacidades, pero siempre has de tener presente que si tu no lo haces, otro que tenga más necesidad lo hará.
    No cabe la menor duda que en los tiempos que corren, muchas empresas ante la necesidad de las personas pagan menos de lo que deberian, unas veces porque no quieren y otras porque no pueden….
    Un saludo Juan!
    Un placer!

    • Hola Borja, fue un placer estar con vosotros en el IEN. Tocas un tema importante: cuando lo necesitas no es fácil negarse a trabajar por un sueldo a veces mísero. El problema es que los sueldos no se plantean en función de las capacidades, sino de los puestos. Mucha gente joven se encuentra sobrecapacitada para el trabajo que realiza, hecho que desmotiva a muchos…

  4. Pingback: Mercenarios laborales, desmotivación y baja productividad « sobre economia

  5. He leído detenidamente tu entrada y creo que te falta un «tipo» de mercenario por describir, el tipo en el que yo me identifico.
    Trabajo en el sector de las TI, tengo un sueldo bastante más alto de 1000€, estoy considerado como un mando intermedio, con responsabilidad y recursos humanos a mi cargo. Llevo 12 años en el sector, y he cambiado de empresa unas 6 veces, generalmente en cada salto han mejorado mis condiciones económicas y ha aumentado el nivel de responsabilidad. Siempre me he implicado mucho en cada una de estas empresas dando lo mejor de mí, empezando por mis años de juventud y terminando por mi vida personal. Lo curioso de esta situación es que los saltos entre empresa y empresa no han sido provocados por mí, sino que son resultado de la mayor lacra que existe en este sector, la subcontratación.

    De primeras al estar subcontratado se te exige que te impliques al 120% con la empresa en la que estás «desplazado» como si fueras uno más, a sabiendas que no es así, existen diferencias laborales claras entre los «externos» y los «cliente». Aún implicándote como si fueras uno más, cada X años, generalmente periodos de 2 a 4 años, 4 años es el tiempo que más he durado en un cliente, se renegocian los contratos y bien o te obligan a cambiar de empresa consultora, con ofertas a la baja ya que estas consultoras lo que suelen hacer es abaratar los costes, o bien te obligan a buscar otros proyectos, ya que generalmente la consultora para las que trabaja tienen difícil reubicarte en otros proyectos, por lo que tras un periodo de barbecho generalmente se pacta la salida por la puerta de atrás, generalmente con desventaja para el trabajador o es el propio trabajador el que tiene que buscar su nuevo destino.

    Muchas veces he tenido el caramelo de, implícate, haz como si fueras de cliente, y tarde o temprano serás de «lo serás», pero creo que eso es la zanahoria que guía al asno y que generalmente, sin suerte o sin padrino, esto es algo del pasado.

    ¿Soy un mercenario? no me han obligado a serlo.

  6. De acuerdo con tu post Juan, pero ¿qué pasa si los márgenes de rentabilidad de los proyectos son tan ajustados que no te permiten ningún margen de maniobra? ¿Cómo hacer entonces para comprometer a las personas cuya máxima motivación es la variable económica? …y eso que el dinero no es, en teoría, un factor motivante… pues no lo tengo yo tan claro después de la experiencia!

    Gracias!!
    Un saludo!!

  7. Muy de acuerdo con Cante.
    Cómo se puede exigir compromiso al empleado (la parte más débil) cuando la empresa (la parte más fuerte) no suele demostrar compromiso y cuando los empleados son muchas veces meros números.
    Reconozcamos que en este país mayoritariamente los trabajadores acuden al trabajo cada día con el objetivo principal de ‘cumplir el trámite’ y ‘echar el día’. Triste pero cierto.

  8. Pingback: Recomendaciones de la semana – 30/01/2010 « Jesús Hernán

  9. De acuerdo con tu post Juan, pero ¿qué pasa si los márgenes de rentabilidad de los proyectos son tan ajustados que no te permiten ningún margen de maniobra? ¿Cómo hacer entonces para comprometer a las personas cuya máxima motivación es la variable económica? …y eso que el dinero no es, en teoría, un factor motivante… pues no lo tengo yo tan claro después de la experiencia!

    Gracias!!
    Un saludo!!

  10. He leído detenidamente tu entrada y creo que te falta un “tipo” de mercenario por describir, el tipo en el que yo me identifico.
    Trabajo en el sector de las TI, tengo un sueldo bastante más alto de 1000€, estoy considerado como un mando intermedio, con responsabilidad y recursos humanos a mi cargo. Llevo 12 años en el sector, y he cambiado de empresa unas 6 veces, generalmente en cada salto han mejorado mis condiciones económicas y ha aumentado el nivel de responsabilidad. Siempre me he implicado mucho en cada una de estas empresas dando lo mejor de mí, empezando por mis años de juventud y terminando por mi vida personal. Lo curioso de esta situación es que los saltos entre empresa y empresa no han sido provocados por mí, sino que son resultado de la mayor lacra que existe en este sector, la subcontratación.

    De primeras al estar subcontratado se te exige que te impliques al 120% con la empresa en la que estás “desplazado” como si fueras uno más, a sabiendas que no es así, existen diferencias laborales claras entre los “externos” y los “cliente”. Aún implicándote como si fueras uno más, cada X años, generalmente periodos de 2 a 4 años, 4 años es el tiempo que más he durado en un cliente, se renegocian los contratos y bien o te obligan a cambiar de empresa consultora, con ofertas a la baja ya que estas consultoras lo que suelen hacer es abaratar los costes, o bien te obligan a buscar otros proyectos, ya que generalmente la consultora para las que trabaja tienen difícil reubicarte en otros proyectos, por lo que tras un periodo de barbecho generalmente se pacta la salida por la puerta de atrás, generalmente con desventaja para el trabajador o es el propio trabajador el que tiene que buscar su nuevo destino.

    Muchas veces he tenido el caramelo de, implícate, haz como si fueras de cliente, y tarde o temprano serás de “lo serás”, pero creo que eso es la zanahoria que guía al asno y que generalmente, sin suerte o sin padrino, esto es algo del pasado.

    ¿Soy un mercenario? no me han obligado a serlo.

  11. Pingback: Emprendología | Formar y mantener al equipo perfecto

  12. pienso que que un hhonbre debeaser lo nesesario para ganar dineo no enporta loquesea que seaga todos tenemos derecho a intentarlo sienpre i cuando no se este obligando a esta persona aser ese trabajo que no quiere aser.soy jose mora y esto es loque pienso

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